La gente de antaño, o dicho de otra manera, los campesinos, solían cocinar siempre con montones de leña ardiendo y unos buenos perolos de hierro antiguos dónde prácticamente guisaban o cocinaban todo tipo de recetas asturianas.
Al no tener chimenea y hacerlo todo al ras del suelo, imaginar cómo se inundaba todo el habitáculo donde hacían fuego de humo; aunque ellos lo aprovechaban para ahumar la matanza que conseguían cuando se acababan las castañas que habían conseguido en el campo.
También cuando se preparaban para comer alguna receta fabulosa típica de campo, no lo hacían como nosotros estamos habituados, bien sentados y con cubiertos, no, ellos no tenían ningún mueble por lo que se sentaban en el suelo tanto para comer como para dormir.
Y aunque estemos hablando de esta clase de personas, la gente adinerada de aquella época tampoco es que fueran más allá, pero sí que hay que reconocer que por lo menos tenían algún tipo de campana para expulsar el humo por unas chimeneas bien escuetas. Algunos de los recipientes que se utilizaban antiguamente se llamaba: Morrillos, trébedes, arrimapucheros de barro y Calamilleres.
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